El 'Lokomat' se dio a conocer a finales de los años 90 por ser el sistema robotizado adquirido por Christopher Reeve (el actor que interpretó a Superman), con el objetivo de mejorar su movilidad tras quedarse tetrapléjico por dañarse la médula espinal al caerse de un caballo; y sirve para pacientes que no tengan daños completos en la médula espinal, además de para otras dolencias como los traumatismos craneoencefálicos, la esclerosis múltiple o el parkinson plus.
El presidente del Colexio de Fisioterapeutas de Galicia, José Luis Aristín, explicó a Europa Press que este sistema de entrenamiento, supone “un avance importante en materia de fisioterapia instrumental por el que hay que felicitar al hospital coruñés” pero recordó que “no es un aparato milagroso” por tener “limitaciones determinadas por la lesión del paciente”. “El tratamiento acelera la recuperación dentro de unos límites y, en el caso de no poder volver a andar, asegura la conservación de la masa muscular”, explicó.
La sanidad pública cuenta sólo con tres Lokomat en todo el país, en Toledo, Barcelona y ahora en A Coruña, y en el caso de la privada existen otros tres aparatos, uno de ellos a cargo del fisioterapeuta Félix Fernández, de la clínica Ronda que trabaja con él consiguiendo excelentes resultados en Lugo desde hace ya más de un año, gracias a la cesión del mismo por la Fundación Neurológica Leche Río.
El 'Lokomat' se compone de una estructura que cuelga del techo, en la que se suspende al paciente con la ayuda de un arnés, de pie sobre una cinta andadora. Las piernas, pies y muslos se sujetan también con un mecanismo de ortesis que se controla por ordenador y reproducen el movimiento que hace caminar el lesionado. Así, es la máquina la que le mueve las piernas, la rodilla, cadera y pies “acelerando su recuperación”.
El 'Lokomat' se compone de una estructura que cuelga del techo, en la que se suspende al paciente con la ayuda de un arnés, de pie sobre una cinta andadora. Las piernas, pies y muslos se sujetan también con un mecanismo de ortesis que se controla por ordenador y reproducen el movimiento que hace caminar el lesionado. Así, es la máquina la que le mueve las piernas, la rodilla, cadera y pies “acelerando su recuperación”.
Para su funcionamiento necesita la colaboración siempre de especialistas, que se encargan de colocar al paciente, de regular su trabajo, la velocidad, el esfuerzo, o el ángulo de flexión de las articulaciones, antes de pasar a la fase en la que se automatiza el ejercicio. Al ir evolucionando las sesiones, los médicos tratarán de reducir el trabajo de la máquina para forzar al paciente a caminar por sí mismo.
No obstante, la actitud del paciente es fundamental para la evolución del tratamiento porque, en el caso de personas que llegan a esta situación por una enfermedad degenerativa o un accidente, habitualmente les afecta a nivel psicológico. En este sentido, el Lokomat consigue animarles a continuar su tratamiento porque les permite volver a verse de pie.
Fernández explicó a Eruopa Press que la máquina consigue que el paciente “recupere el control” sobre las zonas no afectadas, además de inhibir la espasticidad (alternación del sistema nervioso que hace que el tono muscular aumente de manera irregular y excesiva provocando rigidez y acortamiento de las articulaciones). Al inhibir esta alteración, la máquina consigue “volver a enviar la información correcta al cerebro” y recuperar la colocación espacial para reproducir la marcha.
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