lunes, 26 de enero de 2009

Chicas, agarrad bien vuestras copas

Angelines Cruz Landeira, doctora en Medicina y profesora e investigadora del Laboratorio de Toxicología de la Universidade de Santiago advirtió del “porcentaje creciente” de violaciones a jóvenes con una edad media de 30 años, como resultado de una sumisión química.

A pesar de que en España no se conocen datos exactos de la incidencia, Cruz Landeira avanzó que en Canadá el 16% de las agresiones sexuales se deben a este motivo. Ante ésto alertó de la necesidad de dejar de pensar que se trata de “una leyenda urbana” y denunciar los casos.

La 'sumisión química' supone la administración de sustancias psicoactivas a una persona sin su conocimiento para cometer un delito, habitualmente una agresión sexual, pero también se utiliza para robar a la víctima o incitarla a cometer otro tipo de acciones ilegales.

La mujer “se ve incapaz de oponer resistencia ni física, ni psíquica” pues en ocasiones incluso pierde la consciencia, y además el problema se agrava a la hora de denunciar los hechos porque los agresores pueden alegar que la relación fue con consentimiento pues, por ejemplo, la experta señaló que se ha demostrado que entre el 50 y el 80% de mujeres violadas habían consumido alcohol y el 60% de éstas en grandes cantidades.

El perfil de la víctima es de una mujer joven, con una edad media de 30 años, que ha salido de noche y ya ha consumido algo de alcohol o incluso drogas con fines recreativos. “Se despierta en un lugar desconocido o incluso en su propia cama con la sensación de haber mantenido relaciones sexuales pero sin recordar absolutamente nada”, explicó.

El principal problema radica en que las víctimas “a veces tardan varios días en acudir al médico o denunciar la violación”, lo que facilita la desaparición de restos de las sustancias en las analíticas, y en ocasiones ni siquiera se denuncia “por desconocimiento tanto de la víctima, como de los facultativos”.

Los agresores utilizan sustancias fáciles de obtener, sin color ni sabor, que hagan efecto en bajas dosis y produzcan síntomas poco característicos y similares a los de la borrachera. En especial se ha podido comprobar el uso de benzodiacepinas, cocaína, e incluso disolventes.