'Cuando salga, compramos el traje de novia y nos casamos', una bonita frase que seguro ha servido como balón de oxígeno a la mujer de uno de los mineros sepultados en Chile cuando la pudo leer en una carta escrita a mano por su marido.
Es difícil saber cómo vamos a reaccionar en momentos de pánico o en catástrofes y, aunque los expertos ya vaticinan que los 33 atrapados perderán su alegría e incluso necesitarán ayuda farmacológica cuando se vayan prolongando sus días de encierro –y se espera que tengan que permanecer allí tres o cuatro meses--, por el momento son ellos los que mantienen el ánimo de sus familias.
Aunque no tenga comparación, todos en nuestra vida hemos pasado por momentos de tristeza o decaimiento, pero fijar un objetivo contribuye a que el trago se pase más rápido, pensar en lo que haremos cuando superemos el trance en lugar de concentrar nuestra mente en el sufrimiento presente es como estar encerrados en una celda y asomarnos por la ventana para poder ver la inmensidad del mar, eres consciente de tu situación pero percibes que hay algo mejor esperándote.
Sin duda nos permitirá ser un poco más felices pensar en lo primero que haremos al salir del hospital cuando dejemos de estar enfermos, a dónde iremos con la persona que queremos cuando las circunstancias que nos obligan a estar separados dejen de existir o en que lugar trabajaremos cuando por fin encontremos un empleo.
Es cierto que unas personas prefieren agarrarse fuerte a los barrotes de la celda para levantarse y alcanzar a ver ese mar, mientras otros necesitan que alguien les coja en brazos y se lo muestre. Al final, lo importante es poder verlo y luchar porque, un día, esa libertad sea real.
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