Cuando nos encontramos a las puertas del apagón de la televisión tradicional, empresas especializadas en innovación advierten de que en España la implantación de la TDT en todos los rincones del país (con una calidad regular en algunas zonas) va a suponer una gran inversión, de alrededor de los 350 millones. Ante esto defienden una televisión vía satelite para todos, con menor inversión y mayor calidad.
La penetración de la televisión digital terrestre (TDT) en Galicia se sitúa en un 35,9 por ciento, casi diez puntos por debajo de la media nacional del 45,2 por ciento, según se refleja en un estudio sobre la situación de la TDT en Galicia elaborado por Ses Astra.
Dicho estudio revela además que la audiencia se sitúa en un 19 por ciento, frente al 21,9 por ciento de España, proporción que posiciona el visionado en la zona media-baja en el ámbito nacional, además de que más de 250.000 gallegos tienen señal defectuosa o nula.
En el caso de la provincia de A Coruña, 110.000 habitantes tienen problemas o no pueden ver la TDT por razones relacionadas con factores como la morfología del terreno, la dispersión de la población, o los aspectos técnicos y operativos asociados a la red de difusión terrestre. En concreto las dificultades se centran en la Costa da Morte, sobretodo en Muxía, Cee, Fisterra o Corcubión; en la zona sur, en Melide, Riboo y Fonte da Prata; en los alrededores de A Coruña, en Arteixo, Oleiros, Culleredo, Cambre y Sada; y en los alrededores de Teo, en Casalonga y Balcaide.
En el resto de provincias gallegas también hay problemas. En concreto el ocho por ciento de la población de Lugo, más de 30.000 personas, no pueden verla correctamente; lo mismo que les ocurre a cerca de 80.000 personas de Pontevedra; y 32.000 de Ourense.
Para solucionar este inconveniente, la empresa Ses Astra propone la implantación de la señal con tecnología satélite que permite la ampliación de la cobertura. Una tecnología que en el ámbito estatal tendría un coste de dos millones de inversión y otros dos millones anuales como gastos recurrentes, frente a la de alrededor de 350 millones de euros como inversión, y unos gastos recurrentes cercanos a los setenta millones anuales que supone la difusión terrestre.
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