Hace unos días descubrí la versión de Seal de la mítica canción ‘Stand by me’, reconozco que, como me ocurre con casi todas las canciones de este hombre, me gustó mucho y hoy, hablando de ella con otra persona, me he sentido decepcionada al escuchar como me decía que ésta es “una canción de toda la vida”.
Realmente lo es y probablemente se trate de una más dentro de una lista interminable, pero a mi me gusta porque me recuerda a un momento o a una persona concreta, a un instante que no se podrá recuperar. O, tal vez, simplemente porque me siento bien cuando la escucho.
Al final, la música acompaña los momentos más importantes de nuestra vida y también nuestros recuerdos, puede hacer que nos sintamos bien o que recordemos momentos tristes. De hecho, en nuestro iPod creamos una lista de canciones para correr, para el camino al trabajo, para antes de acostarnos o para dormir a nuestros hijos y, en el iPhone, nos bajamos Apps para elegir la canción que se convertirá en el politono que nos avise cuando nos llamen.
La música es tan importante que una canción que nos ha hecho felices, en otro momento de nuestra vida puede ponernos tan tristes que hasta nos resulte imposible escucharla. Me cuesta decidir cuál es mi canción favorita, son muchas y todas se convierten en una especie de fotografía de diferentes etapas de la vida.
Te invito a que pruebes a escuchar un CD de hace años, uno que haga mucho tiempo que no escuchas, y, al hacerlo, te resultará imposible que no te vengan a la cabeza momentos, personas…
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